La presencia de las mujeres en el trabajo editorial ha sido una constante a lo largo de los siglos, aunque este hecho haya quedado en el olvido por muchos años. Desde la imprenta de la Edad Media, como copistas y desde los inicios de la imprenta, la mujer ha desempeñado un papel importante para la industria, desarrollando diversas tareas que hacen posible la confección de un impreso.
Distintas investigaciones y documentos históricos, abordan la idea de que la mujer además de ser parte en trabajos de gestión, también participó activamente en la “actividad tipográfica, perfeccionando los tipos, expandiendo el negocio familiar con gran éxito comercial y contribuyendo en diferentes grados a la difusión de las ideas y la cultura de su época” (Biblioteca Nacional de España, 2015).
La mayoría de las imprentas eran empresas familiares donde el hombre era el rostro público. Cuando éste se ausentaba por diversas razones, las mujeres se encargaban del negocio para mantener el ingreso económico del hogar. En otros casos, gran parte de estas mujeres eran viudas e hijas de impresores que tuvieron que hacerse cargo al heredar el negocio familiar. De este modo, ilustradoras, cajistas, correctoras, encuadernadoras, impresoras y editoras hacían un trabajo silencioso, oculto en muchas ocasiones bajo un seudónimo masculino.
Las primeras mujeres impresoras
Anna Rügerin fue la primera mujer impresora de la que tiene conocimiento el mundo. En 1484, en un pequeño taller en la ciudad de Ausburgo, Alemania, Anna se atrevió a escribir su nombre en el colofón de los libros que se imprimían en su taller. El primero de ellos fue la Biblia de Gutenberg.
En España, destacan nombres como Juana Millá, quien fue la primera mujer que firmó con su propio nombre, el libro fue Hortulus Passionis. Por otro lado, Isabel de Basilea, fue hija, esposa y madre de impresores, que pudo dirigir la imprenta que heredó de su padre solo cuando enviudó de su esposo. Jerónima Gales, que se hizo cargo de la imprenta tras la muerte de su marido y fue muy conocida debido a sus proyectos editoriales y excelente calidad en sus publicaciones.
Mujeres de imprenta en Latinoamérica
En lugares como Latinoamérica, Encarnación Orellana Naranjo y Carmela Monzón fueron de las primeras mujeres en hacerse cargo de la imprenta tras la muerte de su esposo, en Venezuela. En Chile la imprenta llega varios siglos tarde, recién en 1811 se instala su primera versión, por lo que la incorporación de la mujer es bastante tardía, además de que en los documentos históricos solo suenan nombres masculinos.
De acuerdo al contexto de la época, entre los siglos XVI y principios del XX, no era bien visto que una mujer encabezara un negocio de cualquier índole, y menos uno en donde se expresaban opiniones. Es por esto que la actividad de las mujeres en la imprenta fue tan oculta y silenciosa durante siglos.
Siempre es bueno encontrarnos con nuestra historia y con la historia de la industria gráfica, y así dar visibilidad a todos los actores que han sido parte de este oficio. Ellas y ellos son quienes han hecho posible lo que es nuestro rubro hoy en día.
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Fuentes: